Hastío que horada el alma,
como el agua a la roca brava.
Tempestad que nunca llega,
tras una eterna, enquistada calma.
Amor pautado.
Amor aséptico.
Amor dosificado.
Amor escéptico.
Sustantivo sin verbo,
encefalograma plano.
Y en el pecho,
atrofiado y seco,
reverbera el eco del reproche callado.
Venenosa hiedra,
que se enroca y medra,
llanto hambriento,
tigre enjaulado.
Y el dique cede…
¡No me grites!
La voz enloquece…
¡No me llores!
Rodilla en tierra…
¡No me miras!
Corazón de piedra…
Me dejas fría.
Y en la pira la ceniza,
ni el rescoldo de lo que nunca fue,
desnuda mujer renacida,
orgullosa y recia desnudez.
ni el rescoldo de lo que nunca fue,
desnuda mujer renacida,
orgullosa y recia desnudez.
Yolanda Fuertes
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