Soy la
criatura de Mary Shelley, soy la suma de mis miembros más opuestos que a veces
se restan. ¿Qué quiero? Convertirme en gata y ronronear… pero no sé. Ronronear
digo, no sé. Escucho el silencio, lo mastico y miro al miedo de frente.
—Ya no tienes
poder sobre mí —me miento…
He vuelto a
atravesar el espejo, pero en vez de caer planeo sobre un viento irreverente.
Dejo de luchar contra el mar y navego sorteando las tormentas bajo bandera
pirata, corsaria descarada, del lomo me salen alas. He encontrado un gato bajo
la cama y juraría que me ha sonreído. Colapso, implosiono, mi materia va a la
deriva por el espacio sideral. ¡Ingenua! Empecé a reconstruirme sin saber que
antes debía romperme y desaparecer.
Por tres veces vuelvo a conjurar
a la gata frente al espejo y… ronroneo.