viernes, 4 de agosto de 2017

Mi madre es una bruja


Mi madre es una bruja, sin capirucho negro ni verrugas. Mi madre despierta al alba y se ríe de las arrugas.
En su pelo azabache y largo, un hada olvidó un peine varado. Cayó la nieve en la cima, de plata y ceniza.
Lleva el bosque en la mirada, en ocasiones soleado, lluvioso cuando se enfada. Se ilumina con el pelo dorado, se apaga con el ocaso.
Huelen a naranjas sus manos, a castañas mojadas su regazo. Huele a otoño y hierba cortada, a lluvia en el acantilado.



Mi madre es una bruja, sin escoba ni gato negro. Mi madre hace seiscientas pociones en un mágico caldero.
Luce su piel moteada por culpa de un millón de hormigas, cuyas patas dejaron sus marcas. Del color de la tierra, de fértil tierra mojada.
Es bosque y es mar, es arena, madera y roca. Es fuego y es sal, es la brisa que apenas te roza.
Es adivina de zozobras que pesan en la mirada. Todo lo sabe y todo lo da, para proteger a su hada.

Mi madre es una bruja, sin bola de cristal ni mentiroso espejo. Mi madre hace conjuros, de amor en cada beso.
De niña tiene el alma, herida por feos ogros. Se siente a salvo en su rama, lejos del mundo y sus oscuros fosos.
De roca tiene la voluntad, combate a dragones y gigantes. Olvida su pesar, con yelmo de voces danzantes.
De caramelo tiene el corazón, tierno, dulce, acogedor. Un hada quedó allí dormida, mecida por su rítmico son.


Mi madre es una bruja, sin zapatos de hebilla ni picuda nariz. Mi madre es una bruja, yo su hada feliz.

Yolanda Fuertes. El hada de la bruja piruja.

Publicado en  No todo son noches sin dormir el 29 de Abril de 2017.

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